viernes, 4 de marzo de 2011

Docencia Universitaria Hoy


Docencia universitaria hoy




Martha Adriana Saloma López
UVM-Querétaro
Resumen

Las políticas orientadas al aumento de la calidad y la equidad educativas han propiciado que el conocimiento se juzgue en función de competencias de actuación, limitando el desarrollo humano y  la libertad académica, mediante procesos de evaluación asociados al financiamiento y transformando la concepción sobre la universidad y su desarrollo como institución.

Las responsabilidades institucionales y docentes se han diversificado e incrementado creando situaciones de supercomplejidad que plantean  múltiples marcos de comprensión, acción y autoidentidad para los maestros. Es por ello, que el objetivo del presente trabajo es establecer los retos que enfrentamos actualmente los maestros ante las transformaciones de las Instituciones de Educación Superior (IES) y respecto a las academias como alternativa de formación y acción colectiva para enfrentarlos.

En el aula las demandas o exigencias para los docentes provienen de la política educativa y de propuestas que operan en el plano pedagógico didáctico. Los procesos académicos colegiados favorecen que el maestro analice críticamente los compromisos de la Institución y se desempeñe como profesional de la docencia.

Una de las conclusiones más relevantes que resume la situación de las universidades, así como la posición de los docentes frente a las transformaciones de las IES es que, en la educación superior el conocimiento ha dejado de ser un fin en si mismo para juzgarse en función de competencias de actuación, lo que restringe las posibilidades de desarrollo humano y  la libertad académica, a través de diversos procesos de evaluación asociados al control de la calidad educativa y la asignación de recursos financieros.

INTRODUCCION

Respecto al tema se han planteado reflexiones sobre diversos aspectos involucrados en la formación profesional que implican hoy compromisos académicos para las instituciones y los docentes que  trabajan en la educación superior.

Los retos que enfrenta un maestro actualmente en este nivel educativo son complejos y diversos, su desempeño se ha replanteado con base en modelos educativos centrados en el aprendizaje del alumno, que demandan también cambios sustantivos en la organización académico administrativa de las instituciones de educación superior (IES).

Estos cambios han sido impulsados a través de políticas internacionales, sectoriales e institucionales orientadas a mejorar la calidad y equidad de este nivel educativo. (Gibbons 1997, Didriksson 2000, ANUIES 2000, Consejo 2006)

Si bien la educación superior hasta la década de los sesenta podía considerarse como un bien cultural asociado a la posición social, a partir de los setenta pasó a ser considerada un bien económico y una de las fuerzas de producción de la sociedad. Ello dio lugar a la planeación, la cuantificación, el control de desempeños y resultados, de la capacidad productiva y la contribución a la sociedad1.

Así, el Estado somete a la universidad a diversos procesos de evaluación. El sector laboral  impacta los propósitos de la educación superior al punto de que el conocimiento deja de ser un fin en si mismo para juzgarse en función de competencias de actuación y la gestión pública acota la libertad académica. Todo ello condiciona y limita pero también transforma la concepción sobre la universidad y su desarrollo como institución. Hoy día ésta, se encuentra integrada a las ciudades en que se ubican, se han transformado en centros de consumo y producción de conocimiento y de intensificación cultural. La educación superior en todo el mundo es demandada por clientelas diversas y crecientes.2

Existe también una relación consustancial entre el conocimiento y los sistemas económicos3 que, ha modificado las relaciones laborales en que participan los profesionistas, ha dado lugar a valores y normas sociales que corresponden a esas nuevas relaciones, ha modificado la concepción sobre el conocimiento y el modo de aprender y de enseñar.4

Las exigencias planteadas a la universidad, se enmarcan  dentro de esas nuevas posturas de valor. El desarrollo del conocimiento fuera y dentro de la universidad se interrelaciona de tal forma, que éste es ahora un transmisor de intereses extramuros, en forma práctica o autorrealizada. Es claro que, en la academia, la epistemología compite con la técnica y la ontología.

Lo anterior ha generado diversas tensiones entre la libertad académica y las presiones económicas, políticas sectoriales y  demandas sociales que reclaman atención, con implicaciones limitantes para las posibilidades de desarrollo humano desde una concepción dominada por la racionalidad instrumental, y una visión circunscrita a la relación de la educación con la economía.

En este trabajo a partir de la recuperación de las ideas de algunos autores sobre el tema y de la propia experiencia docente se realiza una reflexión general sobre los retos que enfrentamos actualmente los maestros ante las transformaciones de las IES y respecto a las academias como alternativa de formación y acción colectiva para enfrentarlas.

Diversificación y multiplicación de responsabilidades

 El sistema de educación superior masiva es complejo, diverso y conflictivo, cualquier aseveración genérica requiere ser dimensionada en los ámbitos institucionales particulares. Sin embargo, los retos y responsabilidades que enfrentan hoy cada una de estas instituciones educativas  generan distintas interpretaciones de las acciones de quienes laboramos en ellas y de los marcos de conocimiento que las sustentan5.

Según Benett (2002) cuando nos enfrentamos a un exceso de datos, conocimientos o marcos teóricos dentro de una situación inmediata podemos hablar de una situación de complejidad. Cualquier profesional en ejercicio, y los maestros no podemos ser la excepción, está obligado a  actualizarse  respecto a los conocimientos, procedimientos e instrumentos nuevos que existen en su campo, lo que le plantea constantes desafíos cognitivos y operativos. Adicionalmente, al trabajar en ambientes sujetos a procesos de control de gestión, requieren reconocerse como consumidores de recursos obligados a rendir cuentas de sus actividades y resultados ante la organización que los emplea.

Por otra parte, la tendencia a incrementar la participación de la sociedad en el planteamiento de soluciones para sus necesidades, aumenta en ella  también la conciencia de sus derechos y  aspiraciones respecto a la calidad de los servicios que se le brindan, e implica su participación activa en cualquier decisión de intervención profesional que se realice.

Lo anterior significa que un profesional requiere manejar no sólo situaciones de complejidad, sino múltiples marcos de comprensión, acción y autoidentidad que Benett (2002) identifica como una situación de supercomplejidad característica del mundo actual.

Convertida la universidad en una organización con diversos papeles en el entorno social resultantes en parte de la sociedad del conocimiento, requiere por ello gestionar sus recursos financieros y humanos, y demanda que los desempeños de quienes laboran en ella sean más precisos,  con responsabilidades explícitas y relaciones claras.

Hay consenso en las instituciones de educación superior sobre la necesidad de una buena gestión, lo cual favorece la adaptación de los docentes a la amplitud de las cargas académicas que tienen hoy, dependiendo de su tipo de adscripción; dichas cargas pueden incluir: docencia, producción académica, tutoría, investigación, publicaciones, participación en comisiones, grupos colegiados y redes académicas o profesionales. Estas actividades son evaluadas periódicamente con propósitos académicos y administrativos vinculados a procesos de control de calidad y asignación de recursos financieros6.

Implicaciones de la complejidad en la docencia

“La docencia es una tarea específica relacionada con el establecimiento de condiciones que faciliten el acceso al conocimiento”7. Ha sido, es y será fin y función sustantiva de las instituciones de educación superior, a quienes la sociedad ha encomendado la  formación de profesionales, científicos y técnicos  capaces de generar, aplicar y difundir conocimientos para la solución de los problemas y necesidades sociales y  para la innovación de su ejercicio profesional.

Desde esta perspectiva,  la  práctica educativa “es una acción orientada, con sentido donde el sujeto tiene un papel fundamental como agente, aunque insertado en la estructura social.”8 Busca incidir en la transformación de otro, y propicia que los sujetos se formen. Como parte de la práctica educativa y en el ámbito de trabajo en el aula Díaz Barriga (2005) plantea que las demandas o exigencias para los docentes provienen de la política educativa y de un conjunto de propuestas que operan en el plano pedagógico didáctico y proceden de las teorías psicológicas, las proposiciones curriculares, la sociedad del conocimiento, las tecnologías de la información y los avances del conocimiento.

En México, durante el sexenio pasado, la política educativa (Plan Nacional de Educación 2001-2006) incluyó, entre otras metas y orientaciones que influyeron en el desempeño docente, la incorporación de enfoques educativos centrados en el aprendizaje, la actualización y flexibilización de planes y programas de estudio, el uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), la mejora  en los procedimientos e instrumentos  para la evaluación de los aprendizajes, la atención individual y grupal de estudiantes por medio de tutorías y la elaboración y aplicación de programas para desarrollar hábitos de estudio.

De la política educativa también se han derivado un conjunto de programas vinculados con el otorgamiento de estímulos económicos  a la productividad y la superación académica tales como: Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Estímulo al desempeño académico y Mejoramiento del Profesorado (PROMEP)  entre ellos existen diferencias significativas en cuanto a perspectiva institucional  y  exigencias para los docentes.

A las demandas políticas se suman las actuales propuestas de la psicología educativa con múltiples desarrollos del constructivismo y diversas estrategias para propiciar el aprendizaje tales como: enseñanza situada, aprendizaje basado en problemas, aprendizaje colaborativo y estudio de casos. Desafortunadamente no siempre existe convergencia entre las distintas propuestas y en ocasiones su aplicación en la práctica se realiza sin procesos previos de reflexión que posibiliten la comprensión de la acción, en cuanto a la interpretación de su sentido, intención y significado.

En este contexto, buen número de docentes no se asumen como profesionales y adoptan mucho más la identidad del empleado, desarrollando comportamientos que muestran dependencia  de la autoridad educativa  e implican renuncia al conjunto de decisiones que como profesionales docentes deben tomar en términos didácticos.  El reto, es asumir que, como docentes debemos proponer continuamente las estrategias de aprendizaje acordes con la situación y el desempeño de cada grupo escolar, pues no existen soluciones didácticas universales.

Por otra parte, el currículo flexible y el currículo por competencias promueven también cambios en la docencia universitaria, la imposibilidad de prever actualmente las transformaciones que la tecnología impondrá al desempeño profesional en el futuro,  justifican orientar la formación profesional hacia la actualización permanente y el desarrollo de habilidades para enfrentar situaciones nuevas.

La flexibilidad curricular  busca aumentar la eficiencia educativa, promover la movilidad estudiantil  y mantener actualizados los planes de estudio al incorporar en ellos en forma dinámica y permanente los avances de la ciencia y la tecnología. Estos planteamientos  constituyen demandas contradictorias para el docente que periódicamente debe terminar el programa de estudios  y simultáneamente asegurar la incorporación  de los avances científicos en su campo.

El enfoque curricular por competencias no ha sido desarrollado plenamente por las dificultades para la conceptuación y aceptación del término y la falta de experiencia sólida para su aplicación en los distintos niveles del sistema educativo. Sin embargo, a muchos docentes  se les demanda hoy participar en procesos de reestructuración curricular orientados al rediseño de programas con este enfoque.

Adicionalmente la sociedad del conocimiento y los desarrollos tecnológicos inauguran retos inéditos para el trabajo docente tales como: utilizar el Internet, actualizar sus fuentes de información constantemente, solicitar a sus alumnos trabajos que impliquen creatividad en el uso de la información, toma de posiciones personales, y el desarrollo de habilidades para la presentación y defensa de éstos. La evaluación del aprendizaje en este contexto constituye un desafió más para el maestro.

El desarrollo de modelos educativos virtuales exige del docente no solo dominio de contenidos, sino capacidad para el diseño, operación y evaluación de estrategias educativas diversas para su aplicación mediada por recursos tecnológicos. Este tipo de trabajo generalmente requiere una gran inversión de tiempo y la capacidad para trabajar en equipos interdisciplinarios.

Frente a todas estas demandas se espera que el docente universitario esté actualizado y tenga capacidad de respuesta pertinente y oportuna, lo que lo enfrenta cotidianamente a lo que Barnett denomina como una situación de supercomplejidad asociada a los compromisos actuales de las IES.

En este contexto, las academias constituyen el espacio en el que se generan relaciones sociales que dan lugar a acciones cuyo objetivo es compartir, difundir y crear nuevos conocimientos tendientes a solucionar problemas de la práctica docente.9 Éstas deben operar como verdaderos grupos de aprendizaje y sus integrantes constituirse en sujetos y objetos de aprendizaje y de investigación, cuyos intereses y actividades se orienten a identificar y dar solución a los problemas de aprendizaje de sus alumnos, pero también a analizar críticamente las tareas de planeación, operación y evaluación de su propia práctica docente, para  hacerla, individual y colectivamente, más congruente con sus fundamentos, fines y ámbito de aplicación. En este proceso, a nivel temático y dinámico, es factible construir y reconstruir el proceso formativo previsto institucionalmente, a partir de investigación participativa, registro y seguimiento del propio quehacer  docente y del de la academia.

La investigación provee de esta manera conocimientos rigurosamente construidos acerca de las acciones y la práctica, concebida ésta como “un sistema complejo”.10 y posibilita al maestro procesos de diálogo, conciencia, reflexión y autorregulación orientados a la intervención y transformación sobre el saber, hacer o querer propio y de otros.


Conclusiones

Las políticas orientadas al aumento de la calidad y la equidad de la educación superior han propiciado la diversificación y reformulación del papel social y académico de las universidades, frente a las demandas del Estado, del sector económico y de las necesidades sociales que han transformado la concepción sobre la universidad y su desarrollo como institución.

La relación entre el conocimiento y los sistemas económicos ha modificado las relaciones laborales y ha generado nuevos marcos axiológicos y normativos para el trabajo profesional, modificando la concepción sobre el conocimiento y  los modelos educativos.
En la educación superior el conocimiento ha dejado de ser un fin en si mismo para juzgarse en función de competencias de actuación, lo que restringe las posibilidades de desarrollo humano y  la libertad académica a través de diversos procesos de evaluación asociados al control de la calidad educativa y la asignación de recursos financieros.

En este contexto se han diversificado y multiplicado las responsabi En este contexto se han diversificado y multiplicado las responsabilidades de las IES y de los docentes situación que según Barnett es característica del mundo actual y que puede denominarse como de supercomplejidad porque los maestros como profesionales requieren manejar múltiples marcos de comprensión, acción y autoidentidad.

Díaz Barriga plantea que en el aula, las demandas o exigencias para los docentes provienen de la política educativa y de propuestas que operan en el plano pedagógico didáctico. Así, los retos que enfrenta el maestro en su desempeño están relacionados con: la puesta en práctica de modelos educativos centrados en el aprendizaje, la actualización y flexibilización curricular para el logro de competencias de actuación, el uso intensivo de las TICs y el desarrollo de modalidades educativas virtuales, la mejora  en la evaluación de los aprendizajes, la atención y apoyo a estudiantes por medio de tutorías y de programas para desarrollar hábitos de estudio.

 Estas exigencias no siempre son convergentes y pueden generar confusión en el maestro quien debe asumirse como profesional de la docencia capaz de fundamentar y tomar las decisiones didácticas adecuadas para cada contenido, grupo y condiciones de aprendizaje bajo su responsabilidad, en lugar de atender acríticamente las demandas de innovación educativa que se le plantean.

La multiplicidad de demandas que propicia la política educativa,  por si mismas no constituyen orientaciones claras para la acción académica, se hace necesario su análisis colegiado en las instituciones para contar con una visión cabal, crítica y organizada de éstas que permita valorar  la factibilidad  e impacto de su puesta en práctica.

En la medida que los docentes de la educación superior participen en procesos académicos colegiados orientados al análisis de las funciones de la universidad y a ratificar o rectificar su misión y visión institucional, estarán mejor preparados para desempeñarse como profesionales de la docencia y contribuir  a la definición y cumplimiento de los compromisos institucionales.

Las academias deben operar como verdaderos grupos de aprendizaje donde sus miembros se constituyan en sujetos y objetos de aprendizaje y de investigación para construir y reconstruir el proceso formativo previsto institucionalmente, a partir de investigación participativa, registro y seguimiento del propio quehacer y del de la academia. La investigación posibilita al maestro procesos de diálogo, conciencia, reflexión y autorregulación orientados a la intervención y transformación sobre el saber, hacer o querer propio y de otros.




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